Muchas veces la arquitectura va unida a ese componente “llamativo”, que la hace destacar en el entorno en el que se asienta. Esto se intensifica notablemente si se planta una casa (antigua o moderna) dentro de un espacio natural o si, en una zona rural, asentamos un edificio moderno.
Grandes son las muestras de esta arquitectura sacada totalmente de su contexto, pero pocos conocen el fenómeno contrario: aquella arquitectura camuflada en su paisaje, prácticamente irreconocible, lo que hace que, a la ecuación de firmitas, utilitas y venustas; sumarle una componente más: la armonía con el entorno.
Ejemplo de ellos son obras como las de David Chipperfield. La primera, su casa en Corrubedo:
La cual se adapta al lenguaje de las casas colindantes. No hace mucho en una exposición sobre este arquitecto nos preguntaron si éramos capaces de distinguir cuál era la casa de Chipperfield. Y puede resultar cómico, pero más de la mitad no fueron capaces de decidirse.
Otro ejemplo, quizás menos fiel, es la ninetree village, en Hangzhou que tiene detalles que la hacen relacionarse con su entorno:
La pared, proyectada de una manera que recuerda a varas de bambú.
Además, el complejo no se coloca de una manera ordenada, si no siguiendo la pendiente sobre la que se sitúa, dando la sensación de que las casas se deslizaron ladera abajo.
Estos son dos ejemplos de cómo la arquitectura puede conectar con su entorno, sin quitarle protagonismo y sin crear lo denominado “ruido”, siendo este el acto de que la vista se nos vaya solo al edificio u obra arquitectónica y no al conjunto que forma con lo que le rodea.
Como añadido a la interesante entrada de Lucia me gustaría que vieseis este enlace de Internet, que trata del mismo tema y los edificios que nos muestra pueden llamarnos la atención, tanto por su camuflaje como por el ruido que comunican algunos de ellos:
ResponderEliminarhttp://www.urbanarbolismo.es/blog/?p=207